No son pocos quienes en los últimos 12 años -al menos- albergaron la esperanza de que con el triunfo de Andrés el cambio en el país sería inmediato, mágico y cambiaría la vida de todos "así nomas porque sí". Para ellos la decepción no sera cosa menor.
De entre todo un abanico de posibilidades de rostros frescos y capacitados para el puesto Andrés nombró a Manuel como titular de la CFE, una de las empresas productiva del estado que sobra decir que es clave y estratégica no solo para la economía nacional... también para la vida diaria de millones de mexicanos.
En listar las hazañas de Manuel en sus más de 45 años de servicio público no tiene sentido para cuando algunos basta con decir "Si Andrés lo eligió a el para el puesto, es por algo, 30 millones de mexicanos votamos por el para darle ese poder" para justificar y defender la designación.
Podemos confirmar que muchos de quienes votaron por primera vez no contemplan -como en otras área de su vida- la responsabilidad inherente de sus acciones y decisiones.
La gran interrogante en este momento es cuánto desgaste podrá absorber el bono democrático que la elección el entregó a Andrés desde hoy y hasta el 1 de diciembre cuando asuma el cargo.
Hay quien minimiza el tema de Bartlett diciendo que es un error de AMLO y que "un error lo comente cualquiera"... pero es impensable que alguien con la experiencia de Andrés no haya medido las consecuencias de esta designación, al contrario, tienen total claridad de porque de su decisión. Podría ser divertido si no fuera tan preocupante.
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