Para nadie es un secreto que el Partido Revolucionario Institucional no está viviendo sus mejores épocas y hoy enfrente la posibilidad real de desaparecer en las elecciones estatales de 2023 en Coahuila y el Estado de México, y las elecciones federales en 2024, y dicen los que -dicen que- saben que ya no hay nada que hacer.
El PRI fue durante 70 años un partido hegemónico en México gobernando todo el país, a todos los niveles y ocupando todos los espacios donde se pudiera ejercer algo de poder.
Durante todos esos años se presumía la disciplina de los priistas, de acatar y respetar las decisiones del partido en todo, pero especialmente para designar a los candidatos que al ser designados el llegar a la silla era solo cuestión de tiempo. Hubo sonados casos de que esa disciplina era de dientes para fuera, pero como en los tiempos del PRI todo poderoso la única forma de llegar a los puestos importantes era ser parte del tricolor pues... muchos presumían de esa fidelidad.
En 1990, Mario Vargas Llosa calificó al sistema político mexicano como una “dictadura perfecta” por “la permanencia; no de un hombre, pero sí de un partido que es inamovible”.
Antes de convertirse candidato opositor el Lic. Cuauhtemoc Cárdenas Solorzano buscó democratizar los mecanismos de selección de los candidatos priístas, al advertir que eso no sería posible nunca -hasta la fecha- sale del PRI y funda el Partido de la Revolución Democrática (PRD) acompañado de un monton de militantes del partido que hoy están en morena, hay que decir.
Hay que poner los spots sobre la capacidad que tuvo el PRI para contener la embestida de Cuauhtemoc Cardenas
en 1988 y que pese a la "caída del sistema" -ahora confirmada como mito- logro seguir con un dominio político pleno del
país por dos sexenios más.
El PRI fue el PRI desde 1930 hasta año 2000, cuando llegó el presidente con botas Vicente Fox quien venció a Francisco Labastida, primer candidato presidencial priista en perder y uno de tantos "priistas renegados" que para el año 2000 ya estaban más que identificados, algunos se fueron al PAN o el PRD, y otros se quedaron renegando en el PRI, algunos logrando algunas victorias sobre la misma estructura del partido pero perdiendo las elecciones cuando esas misma estructuras les jugaron en contra, como a Jesús Vizcarra en Sinaloa en 2010.
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