martes, 6 de agosto de 2019

"Nadie falta y nadie sobra".

Muchas de las mejoras historias suceden por la noche... esta no, esta sucedió por la mañana muy temprano.

Habían pasado 35 años después del fin del mundo. Un grupo de sobrevivientes empezaron de nuevo estableciendo una aldea cerca de un río. El milagro de la vida renovó los recursos naturales en poco tiempo y aprendieron a vivir en armonía con la naturaleza, que a cambio les regalaba alimento y materiales para vestir, construir y mantenerse sanos.

Los primeros rayos del sol trajeron pensamientos positivos y ganas de inventar algo que cambiara su mundo para bien y sacando la vuelta al pensamiento único... estábamos tan aburridos que ya nadie le hacia caso a la doctrina de "hacer lo necesario para sobrevivir" y a nadie le preocupaba vigilar que se respetara.

No fue difícil inventar algo... después de tantos años de seguir al mismo líder, de hacer las mismas cosas y resolver las diferencias sometiéndose a la decisión de un solo. La creatividad se desbordo para todos lados y sin control.

Los niños tuvieron las mejores ideas, por fin se les permitió expresarse y jugar. Los jóvenes aprovecharon para ejercer la rebeldía que hasta ese momento estuvo restringida y mandaron todo al diablo, como debe ser. Con los adultos no hubo sorpresa, haciendo gala de la apatía y desinterés más genuino no aportaron nada y optaron por quedarse callados criticando las ideas de los demás... en la mente.

La sorpresa la dieron los viejos... "el secreto para ser feliz es hace las cosas con gusto y darse el tiempo de disfrutar cada momento de forma conciente", confesaron que como nadie les prestaba atención optaron por hacer lo que se les venia en gana y en poco tiempo descubrieron que no había necesidad de vivir con prisa, entendieron que había que hacer lo que les tocaba hacer y que ellos menos que nadie tenían prisa por morirse.



No hay comentarios:

Publicar un comentario